En 1988

Mientras construía un rancho para un refugio de niños de zonas de alto riesgo de las tierras altas durante la guerra civil en Guatemala, Mark Richard vio a una mujer en algunas ocasiones arrastrándose por la carretera Panamericana. Macaria perdió su capacidad de caminar hace más de 25 años cuando contrajo Polio cuando era una niña.

Mark decidió no hacerle una promesa de una silla de ruedas, ya que los norteamericanos a menudo bien intencionados hacen promesas que no pueden cumplir. Él trajo su pedido a un viejo amigo Carl Durocher que él mismo contrajo polio cuando tenía 8 años. Como miembro del capítulo South Central de Wisconsin de la Asociación Nacional de Lesiones de la Médula Espinal, le llegó el turno de escribir un artículo para el boletín. Se tomó la libertad de pedir sillas de ruedas en lugar de una sola para Macaria. En 2 semanas se recogieron más sillas de ruedas que el remolque tenía la capacidad de transportar. Así que algunos fueron entregados al buen amigo de Carl, Peter, que era el director de Wisconsin Nicaragua Partners. Fue 3 meses más tarde cuando regresó a Guatemala con un remolque  lleno de suministros agrícolas de Pensilvania.